31 de diciembre de 2010

"Las Huellas Digitales"

"Yo nací y crecí bajo las estrellas de la Cruz del Sur.
Vaya donde vaya, ella me persiguen. 
Bajo la cruz del sur, cruz de fulgores, 
yo voy viviendo las estaciones de mi suerte.
No tengo ningún dios. Si lo tuviera, le pediría que no me deje 
llegar a la muerte, no todavía. 
Mucho me falta andar. Hay lunas a las que todavía no ladre 
y soles en los que todavía no me incendié.
Todavía no me sumergí en los mares en todos los mares
de este mundo, que dicen que son siete, 
ni en todos los ríos del Paraíso, que dicen que son cuatro.
En Montevideo, hay un niño que explica:
- Yo no quiero morirme nunca, porque quiero jugar siempre."

Eduardo Galeano, "Las Huellas Digitales",
El Libro de los Abrazos, 1991.

26 de diciembre de 2010

"Las Hormigas"




"[...]Un país durmiendo es un país desierto
mi gobierno se asusta cuando me despierto
pueden tirarse hasta los federales
somos 600 millones sin contar los ilegales

Entre las patas nunca escondo el rabo
prefiero morir como rebelde que vivir como esclavo

apuesto que los tuyos se rinden primero
porque los soldados míos no pelean por dinero

No le tengo miedo a las confrontaciones
porque yo me crié con invasiones
y como las hormigas si tengo mala suerte
defiendo mi hormiguero hasta la muerte
[...]"


Fragmento de "El Hormiguero" de Calle 13 del album "Que entren los que quieran", 2010

14 de diciembre de 2010

"La Ola"



[...]"La hora de su reivindicación, la hora que ella misma se ha elegido, la vienen señalando con precisión también de un extremo a otro del Continente. Ahora esta masa anónima, esta América de color, sombría, taciturna, que canta en todo el Continente con una misma tristeza y desengaño, ahora esta masa es la que empieza a entrar definitivamente en su propia historia, la empieza a escribir con su sangre, la empieza a sufrir y a morir, porque ahora los campos y las montañas de América, por las faldas de sus sierras, por sus llanuras y sus selvas, entre la soledad o el tráfico de las ciudades, en las costas de los grandes océanos y ríos, se empieza a estremecer este mundo lleno de corazones con los puños calientes de deseos de morir por lo suyo, de conquistar sus derechos casi quinientos años burlados por unos y por otros.
Ahora sí la historia tendrá que contar con los pobres de América, con los explotados y vilipendiados, que han decidido empezar a escribir ellos mismos, para siempre, su historia. Ya se los ve por los caminos un día y otro, a pie, en marchas sin término de cientos de kilómetros, para llegar hasta los «olimpos» gobernantes a recabar sus derechos. Ya se les ve, armados de piedras, de palos, de machetes, en un lado y otro, cada día, ocupando las tierras, afincando sus garfios en las tierras que les pertenecen y defendiéndolas con sus vidas; se les ve, llevando sus cartelones, sus banderas, sus consignas; haciéndolas correr en el viento, por entre las montañas o a lo largo de los llanos. 
Y esa ola de estremecido rencor, de justicia reclamada, de derecho pisoteado, que se empieza a levantar por entre las tierras de Latinoamérica, esa ola ya no parará más. Esa ola irá creciendo cada día que pase. Porque esa ola la forman los más, los mayoritarios en todos los aspectos, los que acumulan con su trabajo las riquezas, crean los valores, hacen andar las ruedas de la historia y que ahora despiertan del largo sueño embrutecedor a que los sometieron[...].



Fragmento del discurso del comandante Ernesto Guevara en la Asamblea General de las Naciones Unidas el 12 de diciembre de 1964.